UN SILENCIO CÓMPLICE de Jaime García-Torres Entrala (Reseña)
Un didáctico drama judicial a rebosar de amor, desamor y muchos celos
Hay novelas de entretenimiento y hay obras de literatura. «Un silencio cómplice» combina ambas cualidades y, además, añade un tercer ingrediente, ya que al mismo tiempo es una obra didáctica para abogados y otros juristas.
La trama sigue a un prestigioso abogado, Enrique Granados, quien recibe el encargo de defender a su cliente, Carlos Zafra, acusado de homicidio. Durante el proceso, deberá luchar contra todo tipo de pruebas adversas a su cliente y la duda sobre su inocencia o culpabilidad. Sin embargo, también deberá enfrentar la lucha contra sus propios demonios internos: los celos y la identificación que siente con los instintos básicos de su defendido.
En su lucha por defender a su cliente, el abogado Granados deberá desentrañar la verdad detrás de un misterioso triángulo amoroso. En ocasiones, se verá reflejado en las complejidades emocionales de los involucrados y se enfrentará a la disyuntiva de cómo actuar en base a su propia moral y ética profesional. ¿Hasta qué punto el amor puede convertirse en las primeras sílabas de la palabra amargura? ¿Cuán lejos está dispuesto a llegar un hombre por amor? Y lo más importante, ¿cómo pueden los celos desembocar en violencia de género o incluso en homicidio?
Jaime García-Torres Entrala teje la trama con elegancia y mantiene un suspense constante, logrando capturar la atención del lector desde la primera página. Su profundo conocimiento del proceso penal se evidencia a lo largo de la novela, otorgándole un realismo inmejorable y convirtiéndola en una lección imperdible para los amantes del Derecho.
La ciudad de Granada es el escenario perfecto para la trama de «Un silencio cómplice». Jaime García-Torres Entrala ambienta la novela con maestría, transportando al lector a través de las calles empedradas, los edificios históricos y los animados bares de la ciudad. Además, la sala de justicia del tribunal del jurado de la Audiencia Provincial, es descrita con precisión y detalle, lo que añade un nivel de autenticidad a la trama.
«Un silencio cómplice» está narrada en primera persona y tiempo verbal en presente, lo que le otorga a la trama un sentido de inmediatez y dinamismo. Gracias a esta técnica, el lector puede experimentar en tiempo real los acontecimientos y sentirse parte de la acción. La utilización del diario como recurso narrativo permite conocer los pensamientos más íntimos de los personajes secundarios, lo que añade profundidad a la trama y enriquece la construcción de los personajes. Así, el lector puede adentrarse en los secretos más oscuros de los personajes, y comprender sus motivaciones y acciones. Al mismo tiempo, el lector experimenta la opinión o percepción de un mismo hecho desde diferentes puntos de vista.
El autor de «Un silencio cómplice» destaca por su habilidad para utilizar un lenguaje rico en vocabulario y adjetivos acertados, lo que permite crear una atmósfera envolvente y sugerente. Además, su prosa excelente y cuidada confiere a la obra un tono elegante y sofisticado. En cuanto a los diálogos, el autor evita las típicas acotaciones («dijo», «preguntó», etc.) y utiliza vocativos para distinguir a los distintos personajes. Gracias a esta técnica, los parlamentos fluyen de forma natural y ágil, sin interrupciones constantes del narrador, lo que resulta muy original y efectivo.
La novela, además de ser una obra de entretenimiento con excelentes cualidades literarias, podría ser de gran utilidad en una asignatura sobre habilidades técnicas de la abogacía. El autor, que es fiscal en ejercicio, aporta innumerables consejos, máximas de la praxis jurídica y una explicación detallada, pero a la vez comprensible, de todo el proceso penal español ante el tribunal del jurado. De hecho, ya quisieran muchos manuales de derecho procesal penal expresar la materia con su habilidad y comprensión práctica.
La obra tiene todos los ingredientes para cautivar a un público muy amplio: es una novela de suspense con tintes de novela negra, que además cuenta con elementos propios de una novela romántica (si es que el desamor puede considerarse como tal). Además, la obra está salpicada de citas, consejos y explicaciones jurídicas que serán de gran interés para los juristas y aquellos interesados en el mundo del derecho.
Por todo ello, «Un silencio cómplice» es una novela altamente recomendable para todos los lectores que quieran pasar unos buenos ratos leyendo sin poder pestañear, pero también para todos aquellos amantes de los legal Thriller, aterrizados a nuestro sistema judicial. Porque todo hay que decirlo, está muy bien que sigamos a los autores americanos, que por supuesto tanto han hecho por los dramas judiciales, pero también es de recibo reconocer las novelas jurídicas escritas por autores hispanoparlantes, y entre los que cabe destacar a Jaime García-Torres Entrala que con esta novela lo borda. No es de extrañar, por tanto, que la novela fuera finalista en el I Premio Internacional de Novela Jurídica convocado por el Ilustre Colegio de Abogados de Granada.
Jaime García-Torres Entrala es también autor de «El aroma de Bitinia» (2013), que fue galardonada con el IX Premio de Novela Histórica Ciudad de Valeria (Cuenca), y de «El lector de sueños» (2017). Es licenciado en Derecho y miembro de la carrera fiscal desde 1992, por lo que sabe muy bien de lo que habla y, por su puesto, de lo que escribe. Y hay que agradecerle que contribuya con su granito (o montaña) de arena en poner en valor las profesiones jurídicas con esta novela, aunque lo haga mediante un silencio cómplice.
Citas para abogados:
«Los delincuentes habituales saben latín, y conocen perfectamente lo que tienen que decir y lo que no. Ellos ya saben cuándo tienen que hablar y en qué momento deben guardar silencio, y son capaces de hablar con maestría acerca de complejas cuestiones jurídicas que han aprendido durante sus estancias carcelarias, tales como cancelación de antecedentes, refundiciones de condenas y procedencia de aplicación del triple de la pena mayor.»
«[…] la culpabilidad hay que probarla, y la mejor forma de defenderse de una acusación es no adelantarse ni dar pistas sin antes conocer los elementos de prueba que pesan sobre ti.»
«Mi experiencia me indica que todo aquel que simula un escenario distinto del que ha vivido suele incurrir en groseras contradicciones, olvidando datos esenciales que hacen que sus declaraciones no casen y deriven en una ausencia de credibilidad.»
«Sinceramente, no deja de sorprenderme la naturaleza humana, y cada día me reafirmo más en la idea de que la mitad de la población necesita tratamiento psiquiátrico y, la otra mitad, psicológico.»
«Curioso este oficio de abogado, que supone enfrentarte a diario con las situaciones más inverosímiles.»
«Nadie en su sano juicio puede ambicionar la certeza absoluta sobre unos determinados hechos y, menos aún, pretender probarla.»
«A los juicios no se va para descubrir la verdad, sino para algo bien distinto: para dar por cierta una hipótesis y convencer al tribunal de que esa premisa es la correcta.»
«Tan necesario es el conocimiento del derecho como la capacidad para crear pequeños lazos con quienes trabajan en las sedes judiciales, y eso solo se consigue dando una imagen de cordialidad, respeto y voluntad de colaboración.»
«Quizás se deba a que soy de la vieja escuela, y pertenezco a una generación que manejaba conceptos ahora olvidados como los de honradez y decoro.»
«Quizás esa sea la grandeza de esta profesión; podemos tener un gran dominio de la materia y ser grandes expertos en la búsqueda del resquicio legal; pero, al final, lo que verdaderamente nos enriquece, lo que nos hace grandes, es nuestra capacidad de mimetismo.»
«Nuestro trabajo es un constante duelo a rostro descubierto, en el que mostramos al contrario nuestras fortunas y miserias durante cada intervención.»
«En la facultad de Derecho no se enseña a lidiar con personas, ni en los libros de texto se describe cómo actuar ante un preventivo frustrado. Esas nociones se aprenden con la experiencia […].»
«Porque, en el fondo, esta profesión es como una batalla. Si tienes diversas alternativas y tienes que optar por una de ellas, lo aconsejable es escoger la más segura. Pero, cuando ves que se cierran todas tus salidas, solo te quedan dos opciones: la retirada o el combate.»
«A veces nos olvidamos de que a quien tenemos que convencer es al juez, y no a nuestros clientes, y mucho menos al público que nos escucha.»
«Los planteamientos de cada letrado son, para exponerlo de forma clara, un sistema de llenos y vacíos. Cada letrado debe poner de relieve los hechos favorables, manteniendo en la sombra los que le perjudican. Los relieves que use un letrado serán los huecos del contrario. Al final, el juez tendrá que completar el tablero de la verdad, sirviéndose de las piezas que le hemos proporcionado. Los letrados participamos en un juego en el que hay que vencer; perseguimos finalidades imitadas y egoístas, y primamos la victoria sobre la justicia.»
«En ocasiones debemos esconder la verdad, pero ese actuar no nos convierte en seres ruines, ni carentes de escrúpulos, pues es la esencia misma de nuestra profesión. Nosotros actuamos sobre a realidad a igual que un historiador.»
«[…] Celebrar un juicio es como abrir un melón sin catarlo […].»
«Cuando te enfrentas a magistrados profesionales, puedes intuir el resultado con más o menos acierto, pues ya conoces su trayectoria y resoluciones anteriores. Pero con un tribunal de ciudadanos legos, interviene tal variedad de factores que hacen imposible prever el veredicto. Y es esa duda, la incertidumbre del resultado, la que consigue inquietarme.»
Datos de lectura:
- Título original: Un silencio cómplice (2023)
- Autor: Jaime García-Torres Entrala
- Editorial: Ediciones Miguel Sánchez, S.L.
- Edición: Primera (2023)
- Páginas: 343
Puedes adquirir un ejemplar de «Un Silencio Cómplice»